Voyage au bout de la nuit

La versión completa de Apocalypse now recupera el largo episodio de los colonos franceses como lapso intermedio entre la visión de la contienda vietnamita y el encuentro final entre  el Coronel Kurtz (Marlon Brando) y el Capitan Willard (Martin Sheen), ya en Camboya. El viaje hacia el origen del río es el viaje del destino, el del cumplimiento del deber militar: Willard ha sido encargado por sus superiores de encontrar y asesinar a Kurtz, que, al decir de aquéllos, ha enloquecido y ha organizado una contienda personal acaudillando una compañía espúrea con la que prosigue la guerra por sus propios métodos al margen de la  jerarquía castrense. La misión de Willard es secreta y, de descubrirse, será negada por sus superiores.

Coppola durante el rodaje

La metáfora del río es sustancial: viaje río arriba, hacia los orígenes, al encuentro con el Padre. Pero el viaje en busca de Kurtz es también un viaje de conocimiento que atraviesa diferentes etapas agrupadas en tres grandes bloques. El primero de ellos, y tras el preludio en que presenciamos el estado próximo a delirio en que se encuentra Willard, apoyado en el sugerente encabalgamiento de la hélice del helicóptero fundida con el ventilador del techo que el personaje observa, se desarrolla en el teatro de operaciones bélicas, la guerra, el mundo sin ley, el universo del caos, el sinsentido y la crueldad: es El Mundo de los Hombres, regido por el terror y por el orden impuesto por el más fuerte, un mundo sin objetivo fuera de su propia incoherencia, el universo del horror convertido en espectáculo de sí mismo para sí mismo, como bien ejemplifica la fascinante escena de las playmates, suerte de metáfora de su propio avatar donde lubricidad y barbarie se recubren y se interpenetran. 

La segunda etapa corresponde a lo que cabría definir como el universo de los fundadores: los colonos franceses dispuestos a luchar hasta el último aliento para mantener un mundo que ya carece de toda verosimilitud histórica, un mundo asfixiado en su propio ritual y en donde las declaraciones de sus pobladores, cuya conversación, inevitablemente, tiene siempre un componente de mitin o de proclama, se remite a un derecho preexistente que nadie ha querido respetar y que ya solamente existe en la memoria de sus portavoces. Es El Mundo de los Héroes, atrapados para siempre en su propia imagen y condenados al abandono universal. Cabría recordar a Lacan: el Héroe es Aquél a quien todos traicionan.

Martin Sheen

La tercera y última etapa del viaje corresponde, lógicamente al encuentro con Kurtz, a la arribada al punto de destino. Cuando Willard es presentado ante Kurtz, éste es plenamente consciente de la misión del visitante, al que trata con desprecio: un empleado obediente dispuesto a gestionar la encomienda. Pero Kurtz, el único personaje verdaderamente lúcido del relato, conoce perfectamente lo que le aguarda. En su primer encuentro con Willard está leyendo The Golden bough, el libro de Frazer cuyo primer capítulo habla del Rey Sacerdote de Diana que en el bosque de Aricia aguarda la llegada de alguien más joven y más diestro que habrá de matarle para ocupar su puesto y que, a su vez, será muerto posteriormente por su sucesor en una circularidad perpetua. Reconocer el horror, habitarlo, anegarse en él: tras el mundo de los hombres y el mundo de los héroes, la imagen final del itinerario, la del rostro de Willard pintarrajeado como para un ritual sangriento, ese Willard que ha matado a Kurtz durante el sacrificio ritual de las reses y que es aclamado por la multitud que ahora son sus propio súbditos, se difracta: es, simultáneamente su propia imagen de asesino y sucesor, sobreimpresionada con el terrorífico hermetismo del rostro del ídolo de piedra y, a la vez, el comandante de la pequeña nave que, cumplida su misión, regresa, río abajo ahora, hacia el mundo confortable de todos los días. Se cumplen así las palabras que, como final de la etapa anterior, Roxanne Sarrault (Aurore Clément) le dirigiese al unirse con él en el lecho: tú eres dos: uno que ama y uno que mata. Tras el largo y terrible periplo por el mundo de los hombres y después de atravesar la ejemplaridad del mundo de los héroes, el capitán Willard ha llegado, finalmente, a conocer El Mundo de los Dioses y cumplir en él su destino.

José Luis Téllez