La contraseña del infinito (Platea Magazine)

José Luis Téllez. Editorial Espuela de Plata. Valenciana de la Concepción (Sevilla). 2018

Radio Clásica ha sido siempre elemento imprescindible e ineludible para los melómanos de todo tipo, desde el profesional hasta, como un servidor, el mero diletante. Desde la retransmisión de conciertos hasta los programas de contenido “musicólogico” esta emisora es clave para entender el alimento de nuestra pasión por la música, sobre todo para los que vivimos “en provincias” y hemos conocido épocas en las que asistir, por ejemplo, a una representación operística era toda una odisea.

Dentro de esa importancia de Radio Clásica ha habido voces que han adquirido carácter  de símbolo por su trascendencia. Un servidor tiene su repoker particular: Rafael Taibo, José Luis Pérez de Arteaga, José Luis García del Busto, Arturo Reverter y José Luis Téllez. Éste último, responsable del -¡déjenme decirlo!- mejor programa de la historia de Radio Clásica, A contraluz, (con el trabajo mancomunado de la voz radiofónica más bella jamás escuchada, la de Olga Barrio) siempre se ha caracterizado por su sapiencia, su ironía, su humor y diría incluso que su retranca para explicar su particular visión de la música.

Crítico mordaz que a pesar de las polémicas, muy respetado por el conocimiento que dispone del tema, Téllez nunca se ha escondido. Aun recuerdo un Decálogo para el buen operista (o algo parecido, que lo publicó hace más de veinte años) que era un breve compendio de los gustos líricos abordados por la cruel ironía del locutor, en un artículo sencillamente memorable. Ahora, abordando el género del cuento breve, José Luis Téllez nos presenta una recopilación de cuarenta y siete breves piezas que están a la altura del Téllez radiofónico o conferenciante.

Si uno espera de cada uno de los cuentos una narración estructurada al uso y con un argumento relativamente sencillo, quedará sorprendido. A Téllez siempre le ha caracterizado el uso de un lenguaje musical certero, académico y exigente para los que no tenemos suficiente cultural musical. Sirva como ejemplo el comienzo del cuento De órganos y organistas, que dice así: En el interior del órgano habitan los Ángeles y las Sirenas. Aquellos, silban en los flautados, cantan sobre el nasardo o atruenan con la trompetería; éstas, zurean en el regal y amedrentan el auditorio con los amenazadores cromormos.

La obra, tal y como el autor lo explica, están escritos en dos momentos vitales distanciados en el tiempo y, por lo tanto, radicalmente distintos. Por ello, resulta fácil decir que es precisamente la Música el nexo de unión entre ellos, entendido el arte no como mero pretexto (creo que aquí reside la clave del libro) sino como verdadero centro en torno al cual gravitan la palabra escrita. Muchos cuentos son extremadamente breves, de apenas dos páginas. Muchos de ellos son reflexiones en apariencia ajenas a la música que el autor termina relacionando con el Arte, de forma conclusiva. Muchos cuentos nos obligan a conocer siquiera desde la epidermis este mundo de la Música y tratar de entender la pasión con la que puede vivirse.

Hay que acercarse al libro sabiendo lo que nos puede ofrecer el escritor. Si lo conocen de la radio o de sus conferencias y tertulias sentirán, lo se, una irremediable tentación de leerlo y, por qué no decirlo, cierta frustración por su falta de cultura musical.

Enrique Bert

Esta reseña se publicó en Platea Magazine el 29 de julio de 2018