Metáfora y relato

Alain Cuny

L’annonce faite à Marie es el único film realizado por Alain Cuny (que es, también, el único actor profesional integrado en el reparto), y en tal sentido resulta absolutamente insólito, teniendo en cuenta que se trataba de un intérprete que había trabajado con algunos de los más relevantes directores de su época, desde Marcel Carné hasta Federico Fellini. Es obvio que Cuny conocía perfectamente la mecánica narrativa dominante por haberla practicado desde su propio interior; por ello, lo que más sorprende en su adaptación fílmica de la obra homónima de Paul Claudel (que había protagonizado teatralmente en numerosas ocasiones) es constatar que jamás se habrá articulado un discurso fílmico que muestre tal desdén hacia todas y cada una de las reglas de la gramática: se diría el trabajo de un principiante que, entusiasmado por disponer de una cámara, filmase y montase sin atenerse a otra norma que su propia euforia. Falsos raccords, constantes saltos de eje, desprecio absoluto de la unidad de escala entre unos planos y otros en una misma secuencia, constantes desajustes entre la imagen y la palabra, perenne interrupción de la continuidad mediante insertos anacrónicos o heterogéneos con el universo ficcional…Algunas de tales imágenes aportan un incuestionable valor crítico, como la fotografía (¡terrorífica!) de Pio XII sobre las palabras de Violaine cuando afirma le malheur de ce temps est grande [les créatures] n’ont poin de père, ils regardent et ne savent plus ou est le Roi et le Pape: en Claudel, el referente es Charles VII (y Martin V), pero en el film la idea se ha actualizado, con obvias referencias políticas. Otras, poséen una belleza singular y turbadora que añade significación por sí misma: tal sucede con el trigal mecido por la brisa, el vuelo de la abeja contra el vidrio o la mano de Violaine semienterrada en la arena.

Imagen de la película

Y sin embargo, es justamente gracias a  tal cúmulo de transgresiones, que se puede describir L’annonce faite à Marie como una de las más compactas, conmovedoras y asombrosas muestras de cine poético que jamás se hayan realizado. La versión de Cuny, que se toma profusas libertades con respecto a la obra de partida (cambio de orden de algunos segmentos, supresión de escenas completas, reelaboración de los referentes…), constituye pese a ello el más ardiente homenaje que quepa imaginar hacía la pieza teatral. Partiendo del texto de 1911 Cuny añade elementos de la segunda versión, publicada en 1948 (como un fragmento de la lectura bíblica de Mara en el Acto III), y lo acorta considerablemente: lo notable es el modo en que ese texto se inscribe en la organización fílmica, al extremo de que la cinta es capaz, no ya de comunicar toda la energía lírica del original sino, y sobre todo, de enriquecerlo hasta un extremo difícil de describir gracias a la sugerencia visual y al ambiente emotivo que trasmiten las imágenes.

La obra de Claudel consta de cuatro actos y un prólogo. Cuny ha planteado éste en el momento del amanecer, el primer acto en un mediodía del verano, el segundo en el otoño, el tercero en el invierno (y más en concreto, en la noche de Navidad) y el último en la primavera: el ciclo de las estaciones se acompasa al de la propia historia, algo que en el texto de Claudel, de fuerte raigambre simbolista, está sugerido en cierto grado, pero que nunca llega a hacerse explícito. De este modo, los insertos de los campos en flor, nevados y nuevamente en agraz se corresponde con la muerte y resurrección de la hija de Mara, que se produce justamente con las campanas de la misa del gallo: la belleza de la mitología católica no habrá alcanzado jamás una materialización metafórica más poderosa que la exhibida en este film singularísimo.

Imagen de la película

En la versión fílmica de L’annonce faite à Marie, todo tiene un aire ritual, como de una ceremonia repetida de padres a hijos, y todo está puesto en escena con una simplicidad extrema (que cabría adjetivar de jansenista) que es el mejor modo de potenciar su más honda significación. Todo adquiere un sentido trascendente gracias al grado de despojamiento que se alcanza en todas las dimensiones de la puesta en escena y en la interpretación de los actores, en la medida en que, justamente, se desdeña esa misma idea de interpretación: los actores están ahí para encarnar la palabra y no para interpretarla, al extremo de que varios de ellos están doblados y postsincronizados con absoluto desdén hacia cualquier verosimilitid convencional: en varias ocasiones vemos a  Ulrika Jonsson, que asume el papel de Violaine, mirar a cámara con los labios cerrados, mientras escuchamos la voz del personaje. Toda forma de verosimilitud naturalista ha sido abolida. Resulta ejemplar en tal sentido la escena entre las dos hermanas en el Acto III: un plano picado recoge a las dos figuras, vestidas de negro y arrodilladas sobre la nieve, de modo que la parte final del tenso diálogo que mantienen se narra merced a un movimiento de cámara que se desplaza de la una a la otra, que solamente se distinguen por su posición relativa en el cuadro y por la diferente música que subraya las palabras de cada una de ellas. Es la escena de mayor fuerza e intensidad de la obra, y se ha plasmado fílmicamente con una llaneza desarmante que raya en lo esquemático. Por lo demás, la música del film, debida a François-Bernard Mâche, es de un refinamiento y una sencillez conmovedoras, con su ocasional y ensoñado medievalismo y el perceptible eco modal de Olivier Messiaen.  

El film de Alain Cuny es más un poema visual que una acción dramática, el retrato de una suerte de realidad que se diría mística u onírica cuya desnudez y despojamiento resultan ejemplares. Se ha comparado L’annonce faite à Marie con Bresson y con Straub: sin discutir la pertinencia de tal paradigma, quizá sería más atinado hablar de una narración que tiene algo del balbuceo infantil, por su total carencia de prejuicios a la hora de construír un relato fílmico al margen de cualquier normativa formal preexistente. Cris Maker, con gran lucidez, ha hablado de une mise en abîme, mais un abîme qui s’ouvre vers le haut.  Quizá la gran enseñanza de esta cinta que no se parece a ninguna otra sea que el balbuceo puede llegar a ser la más refinada de las múltiples formas enunciativas.

Jose Luis Téllez