…etcétera

Sobre una mesa de mármol larga colocar una caja de cartón conteniendo varias docenas de pollitos de ambos sexos y un buen cuchillo de cocina: rápidamente, la mano izquierda sacará de la caja pollo tras polla, polla tras pollo mientras que la derecha, con el cuchillo, les cortará el cuello y arrojará las cabezas sobre el público.

Estas instrucciones corresponden a un Etcétera (el término empleado por Juan Hidalgo para referirse a su personal visión del happening) titulado Pollos y pollas, fechado en mayo de 1966, que el compositor canario incluyó en De Juan Hidalgo (1971), el libro en que recoge toda su producción escrita para ZAJ, el grupo experimental que fundase junto a Walter Marchetti y Ramón Barce (que redactó el manifiesto) en 1964. Barce abandonó pronto el grupo por presiones laborales (era catedrático de literatura) pero de inmediato se incorporaron otros nombres tan señeros como Esther Ferrer, Tomás Marco, José Luis Castillejo o Eugenio de Vicente. Heredero de los dadaístas y cercano a proyectos contemporáneos como Fluxus, ZAJ fue un importante revulsivo estético en unos años en que una desmedida creatividad estética simultaneaba su actividad con los últimos coletazos de la censura franquista.

Juan Hidalgo desempeño ahí un papel medular que mantuvo hasta el último momento, pero es importante señalar que, antes de su arribada a ZAJ, Hidalgo era ya uno de los compositores españoles de mayor  formación tradicional, obtenida, eso sí, fuera de España. Estudiante de piano en la barcelonesa Academia Marshall, alumno de Xavier Montsalvatge y luego de Pablo Garrido en Madrid (que le inició en el dodecafonismo, una técnica desconocida en la España de la época), estudió luego en Paris con Nadia Boulanger y mas tarde en Milan con Bruno Maderna, que en 1957 estrenó Ukanga, una pieza para 14 intérpretes que es la primera música serial escrita por un español (bien que fuera de su país). La obra, de un puntillismo postweberniano, maneja cinco pequeños grupos instrumentales cuya disposición espacial resulta estructurante, en la medida en que unos mismo sonidos asumen sentido diferente al pasar de unos grupos a otros: la idea fue ampliada y elaborada a una escala mayor muchos años más tarde en Intermezzo, una pieza de 1986 para cuatro grandes bandas colocadas a distancias diferentes entre sí con el público situado entre ellas. Las bandas deben tocar una misma pieza y sincronizarse mediante una especia de metrónomo luminoso, pero el público, inevitablemente percibe una misma música con ligeros desfases de un grupo a otro, conectando la idea del espacio con la del tiempo.

La sucesiva pieza de Hidalgo para ensembleCaurga (1958) se divide en dos partes: la primera es un trabajo cuidadosamente serializado, la segunda está realizada de forma intuitiva, siguiendo un proceso que cabría describir como de pura “inspiración”. Inventé nota por nota una estructuración del material que, terminada esa segunda mitad, resultó ser, paradójicamente, tan homogénea como la primera, afirmaba Hidalgo, haciendo notar la imposibilidad efectiva de diferenciar en la escucha ambas mitades sin conocer el modo de escritura: a partir de este momento el compositor perdió todo interés por el estructuralismo. Los dioses también mueren, afirmaba poéticamente como resumen de su experiencia. Hidalgo fue pionero en denunciar que la complejidad hiperserial contenía en su vértigo matematicista el germen de su propia destrucción.

Juan Hidalgo

Esto sucedía en 1958: fue el mismo año en que Hidalgo entró en contacto con John Cage en Darmstadt, del que se convirtió en discípulo y amigo. Toda su producción posterior sigue estrechamente la huella del artista estadounidense, fijando escrupulosamente ciertos parámetros (generalmente, los temporales, pero también, ocasionalmente, las alturas) pero dejando amplia libertad a los intérpretes. Las dos obras electroacústicas que realizó en 1961 en el estudio de la ORF bajo la dirección de Pierre Scheffer (Étude de stage y Música en cinta) constituyen una estimulante crítica del modo de trabajo imperante en la época. La segunda de ellas prescribe el empleo de cuatro cintas magnetofónicas de longitudes cuidadosamente establecidas, que deberán estar pregrabadas con cualquier sonido: el resultado siempre será diferente de unas ejecuciones a otras, pero la base estructural es idéntica. El eco de Credo in Us, de Cage, se hace evidente, pero la idea ha sido llevada más lejos y de un modo mucho más radical. 

Juan Hidalgo ha fallecido el 26 de febrero de 2018 en su casa de Ayacata a los noventa años. Retirado de las actividades artísticas hacía ya mucho tiempo (o por mejor decir: consciente de que todo trabajo humano realizado con absoluta conciencia supone una forma artística en su esencia más profunda) su vida y su obra han dejado una huella perenne en el acontecer estético. Uno de sus últimos etecéteras fechado en 1970 prescribe: Enviar durante treinta días treinta palabras a treinta mujeres de una ciudad. No cabe, tampoco, una despedida más poética.

Jose Luis Téllez (abril 2018)